sábado, diciembre 24

Symphony No. 6, 4th Movement — Ludwig Van Beethoven.

¿Y cómo lo hago? ¿Cómo y dónde? ¿Cómo pienso con claridad si ya no hay verdad, realidad o seguridad para mi? Las he perdido, porque las que me rodeaban ya no me satisface mirarlas. Me siento incómoda en el entorno, insaciable, insatisfecha. Me resultan difícilmente comprensibles ciertas situaciones, acciones y pensamientos. Mi comprensión está abordando los más inhóspitos lugares y poniéndose a prueba en un sin fin de ocasiones. Mis ojos tratan de no cerrarse, se esfuerzan en percibir, en captar la vida.
Y hay algo que me rodea la mente y me ayuda a elegir, quizás sea la esencia. Pero no la deduzco, no la concreto. ¿Qué significa? ¿Qué no tiene una forma determinada? ¿Que tan sólo tengo que sentirla? ¿Saber que es ello lo que soy?
Basta, Beethoven.
Basta, Niezstche
Basta, Wittgenstein.
Basta, amanecer.
Pero, ¿qué estoy diciendo? No puedo detenerlo, es esto lo que he de hacer. Expandirme. Cambiar. Conocer. Y, si explotase, reconstruirme. Oh, qué gran verbo.
Admiro cómo suena Für Elise y las tonalidades del sol, y, por supuesto, todo lo que su apreciación conlleva, en todos los ámbitos.
Me aturrulle la inmensa realidad, pero así deseo que sea. Quiero realidad, experiencia, conocimiento, arte, perspectivas, sensaciones, deducciones, palabras, sentimientos, letras, sonidos, visiones, ideas.

Y, aun así, se me escapa tanto.

domingo, noviembre 27

He pasado mucho frío.
He observado a un hombre vestido con jersey rojo y pantalones de pana oscuros balbucear mirando hacia la acera el infinito de sus pensamientos junto a una mesa de madera a juego con la silla y la única compañía de un paquete de cigarrillos. Y he vislumbrado en su mirada el mayor atisbo de cordura en comparación a cuanto había a su alrededor.
¿Buscas palabras para encontrar respuestas? A pesar de que las palabras no son más que conjuntos de preguntas articuladas. En realidad, buscas esquinas en los océanos, los que allanan tu mente y te inundan por dentro. Te sumerges en tus oscuridades que son de ese tono azul que tanto admiro. Una tonalidad que no puede describirse si no se observa, y que no se observa si no se admira.
No voy a perderme porque tú no me encuentres.
Escuchando Ashes and wine, me he preguntado por qué queremos ser invencibles. Por qué tememos la debilidad. Por qué nos aterroriza la desintegración. Como si existiese algo mejor que reconstruirse de nuevo. Una ansiedad apática por conseguir algo que no nos satisface al final. Nos mueve una necesidad terrible de no ser conscientes. Hemos vuelto a la supervivencia, una supervivencia que se nos escapa si nos detenemos y pensamos. Tenemos prisa por encontrar la juventud. Pero somos extraños para nosotros mismos, desconocidos atados; por lo que no somos capaces de buscarla en nuestro interior. Nuestra esencia, que se ha ahogado, no nos reconoce.
Jamás se volverá a usar la primera persona del plural en estas oraciones.


domingo, noviembre 6

No está en nosotros, nunca lo ha estado. Está en nosotros, siempre lo ha estado.
Es el subconsciente quien crea la duda, la perspectiva. Traiciona a la vida, inconsciente de su propio poder. Pero qué es realmente cierto o falso cuando existe la relatividad, qué es real cuando existe el símbolo, qué es simbólico cuando únicamente existimos.
La mente lo renueva cada vez que ello regresa a tu mente. Es un pensamiento nuevo en este instante. Es el aquí y ahora. Lo nuevo tiene la cualidad del estímulo, y éste es innegable e intangible. Porque los estímulos no se construyen, y las sensaciones no se preceden.
Esto no nos pertenece, nuestra dependencia es vital, tan vital que ni siquiera la apreciamos. Pero está ahí, escondida en los escalofríos automáticos, en el sonido del fuego, en la electricidad entre pieles, en nuestra opacidad.
Quizá el otoño tenga un efecto inicuo, una onda sugestiva que solo se aprecia en los poros de la piel, aunque tal vez dicha porosidad sea permutable al interior, a la parte tangible.


Tome estas palabras como viva imagen y ejemplo de lo que aparentan, su tinta parece marcar una línea, pero su mente creadora es vorágine cual la suya, incierta en su verdad, segura en su inseguridad.

domingo, octubre 16

Thawing.

Equivoquémonos.
Vamos a estar aquí para no quedarnos. Vamos a hacerlo mal. Vamos a jugar al escondite. Vamos a andar sobre la nieve. Vamos a taparnos con bufandas. Vamos a abrir la tapa. Vamos a dejarlo, dejarlo ir, dejarlo estar, dejarlo arder, dejarlo estallar.
Vamos a hacerlo mal. Vamos a quemarnos. Vamos a dejar que el vaho intente atraparlo. Vamos a notar el frío en el crujir de los dedos. Vamos a dejar que nos invada, que se cuele por los bajos del patalón. Vamos a dejar que nos hierva la frente. Vamos a dejar que la nariz se sonroje. Vamos a hacerle forzarse, indirectamente inconsciente. Vamos a mojarnos los labios con su textura. Vamos a permitirle que nos rodee.
Vamos a dejar que se evapore, todo él, todo lo nuestro. Vamos a desdibujar la línea de su cordura y su ensueño. Vamos a hacerle creer que envejecemos, que no nos delate nuestra juventud, que también sea efímero el invierno.


-¿No vas a volver, verdad?
-Nunca he estado.

viernes, octubre 14

Tuning.

No sentía ni tenía consciencia del fango. Porque voces de eco le habían insinuado que avanzase y se perdiera. Pero que lo hiciera ella, pues ellas estaban ocupadas ordenando el camino. Y ella, ingenua y aparentemente incorrecta, se dejó llevar. Pero, en un instante no determinado, el hilo de las voces se quebró. Incluso cuando le cubría las rodillas, disfrutó de la sobredosis. Incluso cuando degustó suciedad en el aire, saboreó la novedad.
No había perdido el norte, no lo necesita. ¿Qué clase de persona requiere de un horizonte? Habían disipado todos los hombros, todas las curvas, los enfoques, las horas, la brillantez, las estrellas alineadas, los abrazos. Miró hacia sus rodillas, y se vio en pie. Rehuyó sus manos, y repitió la acción.
Sin ramas, sin tornillos, sin laca, sin botas, sin púa. El fango se lo ha tragado todo, ha cruzado la línea.
Es increíble como la hábil combinación de determinados sucesos pasados con frases célebres de gente no conocida puede dar lugar a una serie de metáforas que consigan descifrar, o como mínimo, disgregar lo asentado. Te trastoca por completo la sensación de total y absoluta debilidad y exposición, pero no desde un punto de vista indeseado.
La agradable sensación de no pisar al correr es placentera si sabes el porqué, pues, si careces de él, cada pisada sonará con una estridente desafinación, que no parece terminar. Yo también pensé en ello de una manera soluble, pero te hundes, el miedo te acecha hasta impregnarte y te detienes. Y, entonces, entre violines sin manos y cuerdas rotas, te hundes, te ahoga la existencia.


viernes, octubre 7

Plan.

Inesperado como todo lo que recientemente te envuelve, y te sugiere, y te congela la respiración, y te descoloca. De repente, te abraza por la espalda, te produce una hiperventilación basada en una exhalación. Te susurra que no estás bien sentada, y tu pelo se desplaza ante las palabras de aire. Te sigue abrazando, no cesará hasta que te recompongas. El tacto es casi inteligible, parece prudente, pero tiene una fuerza inspiradora que casi se escapa.
Pero no vale. No significa que carece de valor. Tan solo no se mantiene en mi mente. Quizás no basta, no es suficiente. Intentar explicar el miedo es un buen ejemplo. Correr en la oscuridad, no saber de qué trata el cuento. Cómo se escapa de la torre. Cómo, a través de los impávidos cruces, frenos y rosas, consigue llegar a tiempo.
En realidad, no hay cantidad alguna de razón en nosotros. Lo pensamos, pero nada más. Un pensamiento. Un trozo de ti tan efímero que te adelanta en el vuelo. En realidad, tampoco hay atisbo de cordura. Míranos. Con nuestro pelo al natural y nuestras muñecas atadas. Con un aire de algo que no llega a despegar.


Un plan que ni siquiera es de papel. ¿Por qué no está cuando se le necesita o se supone su presencia? Predestinación, algo que nunca verás tintado en uno.

martes, septiembre 13

Peace.

"To the place where i feel peace, again."

Dos yemas se encuentran. Otras dos. Y ya son ocho. Recorres la silueta, sin saber el recorrido. Encuentras la textura. Está extinguiéndose, evaporándose, desapareciendo. El vaho de su sabor se pega en tu piel. Un dientes fríos, una voz cálida. Tres cuartos de ausente despedida se pintan en las paredes. Exacto, se ha detenido. Es arena, o, en su defecto, fuego. Es pura electricidad con pinceladas de la amarga sensación de las gotas de agua. Una voz que nunca creíste recuperar. Una sensación que diste por muerta en la silla eléctrica. Delicada. Surge de la oscuridad. El tacto está en alza. Vuela la agonía de las tonalidades, vuela alto. Más allá de las expectativas. Sobrepasa el límite de existencia. Silencio devastador, extasiado por el desorden, por el caos, por la inmutabilidad vívida. No hay pinceladas incorrectas. No hay distinciones en el mapa. No hay falsos intentos. No hay error, solo temperamento. Y es tan sutil, tan expedito. Tan auténtico.

lunes, agosto 29

Attempt II.


Un pájaro se le adelantó al pisar la madera muerta de la puerta asesinada. Dos pasos más y los recuerdos vuelven a presionarle el interior de la cabeza. Danzas de polvo con nuevas corrientes de viento. Siempre cubierta con una nueva perspectiva al sentirse aprisionada por aquellas cuatro paredes. Esquinas tenebrosas, dudosas ante nuevas experiencias. Gastadas luces marcadas en techos de papel que nunca tuvieron miedo de la lluvia negra de verano. Una, dos, la tres mejor evitarla, cuatro y unas escaleras. La oscuridad no siempre es visible. Cinco. Ahí está. No te engañes. La madera no es tan pesada, la memoria engorda cuando entristece. Entonces, como si de una máquina del tiempo se tratase, desapareces y vuelves a aparecer. Mueres y vives. Como un intermitente, vuelas y aterrizas. Te derrites y te congelas.
Rosas y una botella de champán.
Te derrites otra vez. Vuelan tantas cosas que pierdes conciencia de si estás pisando el suelo.
Adiós, cordura. Bienvenida, embriaguez.
De repente, un disparo. Certero, premeditado, seco, blanco. Tal y como queda tu mente. Te derrumbas.
Despiertas con ligereza.  Bailas con elegancia en la habitación rodeada por un nubiloso olor a primavera. Inspiras, expiras. Notas el mar en la lengua, vestido de oro, te acompaña en tu danza cogido de la mano. Te lanzas al colchón sin miedo a que se evapore como solía hacer. Y pierdes la consciencia de tu vida. Ya nada importa salvo las nubes y la llama de fuego que arde en todos nosotros. La que te hizo volver, la que me hará huir.


viernes, julio 29

Conversations.

Y olvidaste contarme qué fue de ti. A dónde te llevaron tus pasos. Cómo has podido sobrevivir. Qué haces cuando el cielo es azul intenso. Qué, cuando cae lluvia fresca. Qué, cuando florecen los cerezos.
Olvidaste contarme si seguían en aire. Si se han extraviado. O si lo han hecho en balde. Si pudiste alcanzarlos. Si tocaron las nubes. Si cruzaron el charco y su papel sigue inmune.
Cuéntame qué ha sido de todos tus veranos. Cuéntame qué ha nacido de las ideas en vano. Háblame del sabor de la luna blanca. Háblame del dolor que ya no inunda tu garganta.
Trata de explicarme cuánto han cambiado las cosas. Trata de mostrarme que aún son maravillosas.


martes, junio 28

Halfaway.

Creas de una forma inverosímil un surco de posibilidades a mi alrededor que, quizás y con el tiempo, se derrita y  termine por reposar donde siempre descansan los sueños asfixiados, donde la hierva se seca, donde tu respiración crea tormenta, donde se amarillenta lo olvidado. Cuando la tormenta pasa a un nivel inaudible y se desmoronan las corrientes de calor que rodean y bailan al compás de los movimientos de las gotas de agua que desestabilizas cuando cantas y crees que la noche no avanza pero no es así, pues justo, y digo justo, en la madrugada las cortinas se tiñen del color de las amapolas a pesar de que la noche grita tras las ventanas con fuertes bramidos que quiere entrar, pero no pasa. Rápidos y ágiles movimientos que turben con facilidad y destreza los sentimientos para que a la orilla de lo que parece una playa se expanda el océano, desprovisto de aspavientos que engrasen lo inusual, y, por consiguiente, lo ultrajante, de tu comportamiento. Y, al caer el día, como de costumbre, pero no desaliento, deshilarás la maraña de ideas y sentimientos que surca tu cabeza desde dentro y me besarás para que compartamos algo que, a fin de cuentas, no abarca, no cubre, no ciñe, no comprende, no encierra el amor. Ya que es solo a medias.

Porque siempre lo hiciste, siempre lo hicimos, siempre fui y siempre fuimos. Como el vaso de agua o la antorcha de paja, como la vida de una mariposa o el rugido del alma.

viernes, junio 24

Sunset.

Atardecer. Qué poder poseéis para impactar de esa forma en mi interior. Qué tonalidad calzáis que impregnas con ella mis ojos. Qué furor guardan sus rayos que me acortan la respiración. Qué sois para hacerme sonreír de tal forma. Qué guardáis tras esas mejillas sonrojadas que creáis en mi luminiscencias extrañas. Qué queréis del mundo. Qué esperáis con tanta pasión para volver cada día a la misma hora por el mismo lugar sin decaer jamás. Es cierto que soy yo quien te disfraza de melancolía. Guarda relación mi pasado con ello. Guarda relación mis retinas con tu sonrisa. Dónde le he visto antes. Ah, ya recuerdo. Fue usted mi compañero durante aquellas largas tardes de invierno. Fue usted mi inspirador de canciones. Fue usted quien no dudó en aparecer asiduamente a nuestras quedadas en la azotea cuando el co-protagonista se ausentó por baja.


domingo, junio 12

Lights.


Volar agarrada de la mano por la imprevisión. Así vivo ahora. Me siento como una esponja que absorbe todo lo que le rodea y un girasol que se torna en busca de luz. Me siento ligera, volátil. Debo haber perdido peso. Qué centelleantes resultan las luces de neón ahora que las miro con detenimiento tras el cristal del coche. Qué desconcertantes resultan los pensamientos impávidos chocando contra las paredes de tu cabeza.
¿Acaso existen los tractores azules? Exacto. ¿Qué es eso de la esencia? No me vengas con que ya te sabes ese chiste porque jamás hemos hablado de ello. Tic tac. La verdad es que notar tales cosas en el espacio no es fácil si éste es lo suficientemente grande. Lo suficientemente grande como para que no se oiga nada.
Basta de chillidos. No digáis nada más o terminaréis por quedaros sordos. Parecen una especie de rotonda donde la razón comienza a dar vueltas y vueltas y vueltas y vueltas y vueltas, y termina por equivocarse de dirección.
Las ciudades durante la noche son increíbles. Ojalá pudieses detenerte a observalas, aunque solo fuese la tuya. Te cambian las perspectivas de la orientación. Ya sabes que los mapas que no me gustaban siempre los destrozaba.

sábado, mayo 28

Turbidity.

Para nada necesito todo el odio del mundo, y mucho menos el amor.
Necesito que el calor sea más intenso, aun no lo noto dentro. A dónde quedaron los pajaros de papel. Tengo un  mapa en la cabeza, con esa linea roja discontinua y una equis algo desgastada.
Parece mentira que aun tenga sueño, pero ahora soy consciente de que no es cansancio es anhelo de sueños. Sueños de cielo. Sueños de rosas blancas. Sueños de aceras mojadas. Sueños de helados de vainilla y trozos de chocolate. Sueños de tiempo. Sueños de la estratosfera. Sueños de los sueños que aparecen en las bocas de los metros. Sueños de los abrigos beige. Sueños de paraguas rojos. Y sueños de frases contenidas.
Necesito lluvia liviana con truenos ensordecedores. Lluvia de la antigua. De la que cae en blanco y negro. Lluvia fea, irregular. Lluvia sencilla, que muestra al mundo tal y como es, y nadie sabe. Gotas de agua. Borrones en las letras. Chasquidos en las rendijas. Atrasos en los relojes. Sonrisas mojadas. Sombras en el aeródromo.
Necesito oscuridad en la noche. Espasmos de luz, pero solo éso. Incredulidad en las autopistas. Fallos en el vacío. Carreras en la desorientación. Folios no blancos. Persianas de madera barnizada desnudas. Mares calmados pues no hay quién los observe volar.
Claridad nula, predicción nítida.


sábado, mayo 21

Attempt I.

La fragilidad de la copa de cristal fino es el único atisbo de incomodidad, si bien la casa no estuviese tan desierta. Calor sobrecogedor, sin llegar a abrumar. Raro queda todo el frío de las pisadas de la nieve. La brisa se detiene y la madera se siente orgullosa. Nuevo parece todo lo de la estancia, desgastado de tanto observarlo. Blancura desaparecida, novedad y arrugas. Vaya entusiasmo. Crujidos que tienen ya hasta notas propias. Es todo un pentagrama que flota levemente. Chas.
Rugosidad que da un toque inusual e informal, dejando atrás historias mal contadas. Obvio es el olor mezclado. Suficiente abono y pocas limpiezas. Se fusionan bien. Irrita levemente, creando el cosquilleo que se añora.
Clic. Luz. Todo se desmorona. Palidez blancuzca. Blanco roto. Pesadez que rodea lo poco que queda. Las mudanzas para nada les sirvieron en aquellos años. Al menos se puede bailar sin esquinas peligrosas.
Nada de sustos. Nada de recuerdos. Nada de escalofríos.
Marcos que ya no soportan madera que se cierra con estruendos. Cristales que ya no transmiten seguridad y armonía. Los reflejos están prohibidos.
Museo de recuerdos que con vidrieras de polvo te muestra lo que un día fue el infinito.


Miles de partículas de cristal cubren el suelo y un ensordecedor ruido de la puerta principal, la única que se había mantenido en pie, hasta el momento.

miércoles, mayo 11

Faith.

Es como lucha por mi y te juro que te mataré.
Es como bebe lo que quieras si me invitas a un cigarro.
Es como no tolero que critiques lo que no sientes.
Es como la vida fluye incluso cuando hay sequía.
Es como entiende cómo me siento pues tú no me lo has creado.
Es como mírame si no te atreves a decírmelo.
Es como jamás entenderé el significado de nunca.



miércoles, abril 27

Opposition.


Al frente la carretera, de un asfalto gastado como la ilusión del piloto. Pequeños cuadrados blancos y rojos se extendían por los bordes en línea recta y perfecta. Todos iguales. Todos a la misma distancia. Todos expectantes, inmóviles, ausentes, inertes. En el horizonte se contemplaban nubes impacientes y violáceas, de una estructura rasgada como el alma del piloto. El sol, casi apagado y como siempre, resistía la hora de marcha, pues esperaba que su satélite preferido saliese antes de tiempo, se saltase cualquier horario, y asomara por el firmamento solo para contemplarle a él, sin importarle el castigo, sin miedo a desfallecer con la luz. Como había hecho en otras ocasiones. Valiente, astuta, fugaz, enamorada. Pobre sol. Que se arriesga a alagar los atardeceres una hora más mientras desciende lento y expectante, convirtiéndolos en los atardeceres más melancólicos del año. Pobre luna. Que aun ilusionada espera ver aparecer al sol cada madrugada antes del toque de queda para hacerle un guiño de ojo, y soporta la pesadez de la gravedad orbital durante una hora más solo para intentar verle brillar. Son estrella y satélite. Misma estructura, distinta finalidad. Son incompatibles. Nada de imanes ni fuerzas magnéticas. No son compatibles. No encajan cuales piezas de un puzzle completo. No hay estabilidad en sus almas. Aun así hay una atracción, que tiene nombre pero que se aleja de la gravitatoria, magnética o centrifuga. Fluye y se aleja y se extiende y jamás deja de volar y crecer. Es una fuerza prácticamente intangible, imperturbable, imparcial e imparable. Es impávida cual mota de agua sin destino. Pero tienen opciones, pues siempre las hay. Pueden luchar, soportando esa hora más cada atardecer y madrugada hasta que un orgullo o un miedo decaiga, de repente, empujado por una brisa de amor y alguien vuele por el firmamento antes de lo marcado. O pueden rendirse. Parar de jugar con el tiempo y la inconsciencia de los demás. Acabar con un juego cuyos jugadores han perdido los dados y cuyas fichas permanecen inmóviles en el casillero donde quedaron hará un año. Caer, agotados, a la realidad entre la masa apática. Acabar con esa fuerza, de raíz, como nunca hay que terminar con la magia del amor.


Con todo y eso, a decir verdad, en nuestros días razón y amor no hacen buenas migas.
William Shakespeare.

sábado, abril 9

Instability.


Morriña.
Dícese de los folios en blanco donde todo lo que surgen son cielos naranjas surcados por aviones de papel.
Fatiga.
Dícese de la toma excesiva de vasos de vodka.
Angustia.
Dícese del intenso dolor en el pecho que se siente todas las noches.
Letargo.
Dícese de los sueños donde aun siendo protagonistas solo puedes limitarte a observar lo que pasa.
He perdido la paciencia. O me la han arrancado toda. Ya no soporto nada. Y ahora lo necesito todo.
Esta inestabilidad me está matando.
Y es que aun estando a 27 grados centigrados sigo tiritando todas las madrugadas.