sábado, enero 19

Two steps from hell — Nero

Sang fragile.

Manantial de representaciones. Eres como los haces de luz que alcanzan la piel. La personificación de una utopía. Lejana, cálida. Eres la imagen de un sueño, el recuerdo de un sentimiento, el escalofrío del calor.
La mirada que tropieza, y se queda. Permaneces, pululas, con ademán de huir; ademán de huida eres, ademán de risa, ademán de llanto. Si te miro y no sonrío, puedo notarlo, puedo notar el todo de tu consciencia. Puedo verme en ti, puedo verte como extensión de mi. Et c'est magnifique.
Te imploro nada más que la profundidad que somos. Somos del presente que fluctúa en medio. Y si no te localizo, exaspero; pero, mon ange, de exasperaciones vivo. La búsqueda que proyecto en ti es la de la excelencia, de ahí mi expresión trágica. Mírame. Las palabras que te transmito en silencio, los símbolos de un remoto lenguaje, uno que funciona con electricidad y misterio. Uno que desfallece si grito, que tiembla si lloro, que roza si, despacio, me giro, me giro y me paro, y te susurro algo que rima con nada, algo que suena a eternidad, a aforismos sin sentido y actos que derriban palabras. Mírate; creo en ti como en la vida misma. Como la esperanza de que el sentido es consustancial a la vida, te miro, y veo que es posible, que la posibilidad sostiene, sostiene y empuja.
Por ahora vale. Siempre es válido, siempre es suficiente. Jamás tanto ni poco ni demasiado tiempo en breves contactos. Pero es que la fragilidad es nuestra, y afortunadamente. La fragilidad del gesto que susurra un impulso. Porque fue un impulso, una ilusión, una ilusión eterna.