martes, septiembre 13

Peace.

"To the place where i feel peace, again."

Dos yemas se encuentran. Otras dos. Y ya son ocho. Recorres la silueta, sin saber el recorrido. Encuentras la textura. Está extinguiéndose, evaporándose, desapareciendo. El vaho de su sabor se pega en tu piel. Un dientes fríos, una voz cálida. Tres cuartos de ausente despedida se pintan en las paredes. Exacto, se ha detenido. Es arena, o, en su defecto, fuego. Es pura electricidad con pinceladas de la amarga sensación de las gotas de agua. Una voz que nunca creíste recuperar. Una sensación que diste por muerta en la silla eléctrica. Delicada. Surge de la oscuridad. El tacto está en alza. Vuela la agonía de las tonalidades, vuela alto. Más allá de las expectativas. Sobrepasa el límite de existencia. Silencio devastador, extasiado por el desorden, por el caos, por la inmutabilidad vívida. No hay pinceladas incorrectas. No hay distinciones en el mapa. No hay falsos intentos. No hay error, solo temperamento. Y es tan sutil, tan expedito. Tan auténtico.

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