viernes, octubre 7

Plan.

Inesperado como todo lo que recientemente te envuelve, y te sugiere, y te congela la respiración, y te descoloca. De repente, te abraza por la espalda, te produce una hiperventilación basada en una exhalación. Te susurra que no estás bien sentada, y tu pelo se desplaza ante las palabras de aire. Te sigue abrazando, no cesará hasta que te recompongas. El tacto es casi inteligible, parece prudente, pero tiene una fuerza inspiradora que casi se escapa.
Pero no vale. No significa que carece de valor. Tan solo no se mantiene en mi mente. Quizás no basta, no es suficiente. Intentar explicar el miedo es un buen ejemplo. Correr en la oscuridad, no saber de qué trata el cuento. Cómo se escapa de la torre. Cómo, a través de los impávidos cruces, frenos y rosas, consigue llegar a tiempo.
En realidad, no hay cantidad alguna de razón en nosotros. Lo pensamos, pero nada más. Un pensamiento. Un trozo de ti tan efímero que te adelanta en el vuelo. En realidad, tampoco hay atisbo de cordura. Míranos. Con nuestro pelo al natural y nuestras muñecas atadas. Con un aire de algo que no llega a despegar.


Un plan que ni siquiera es de papel. ¿Por qué no está cuando se le necesita o se supone su presencia? Predestinación, algo que nunca verás tintado en uno.

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