martes, junio 28

Halfaway.

Creas de una forma inverosímil un surco de posibilidades a mi alrededor que, quizás y con el tiempo, se derrita y  termine por reposar donde siempre descansan los sueños asfixiados, donde la hierva se seca, donde tu respiración crea tormenta, donde se amarillenta lo olvidado. Cuando la tormenta pasa a un nivel inaudible y se desmoronan las corrientes de calor que rodean y bailan al compás de los movimientos de las gotas de agua que desestabilizas cuando cantas y crees que la noche no avanza pero no es así, pues justo, y digo justo, en la madrugada las cortinas se tiñen del color de las amapolas a pesar de que la noche grita tras las ventanas con fuertes bramidos que quiere entrar, pero no pasa. Rápidos y ágiles movimientos que turben con facilidad y destreza los sentimientos para que a la orilla de lo que parece una playa se expanda el océano, desprovisto de aspavientos que engrasen lo inusual, y, por consiguiente, lo ultrajante, de tu comportamiento. Y, al caer el día, como de costumbre, pero no desaliento, deshilarás la maraña de ideas y sentimientos que surca tu cabeza desde dentro y me besarás para que compartamos algo que, a fin de cuentas, no abarca, no cubre, no ciñe, no comprende, no encierra el amor. Ya que es solo a medias.

Porque siempre lo hiciste, siempre lo hicimos, siempre fui y siempre fuimos. Como el vaso de agua o la antorcha de paja, como la vida de una mariposa o el rugido del alma.

2 comentarios:

  1. Prrrrecioso. Me lo he leído un par de veces y tiene mucho ritmo.

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  2. Gracias, gracias, gracias. Oh, eso es lo que pretendía. Me alegro tanto de que sea perceptible el ritmo que he intentado inculcarle, es la primera vez que lo hago.
    ¡Muchas gracias, de veras!

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