viernes, octubre 7

Plan.

Inesperado como todo lo que recientemente te envuelve, y te sugiere, y te congela la respiración, y te descoloca. De repente, te abraza por la espalda, te produce una hiperventilación basada en una exhalación. Te susurra que no estás bien sentada, y tu pelo se desplaza ante las palabras de aire. Te sigue abrazando, no cesará hasta que te recompongas. El tacto es casi inteligible, parece prudente, pero tiene una fuerza inspiradora que casi se escapa.
Pero no vale. No significa que carece de valor. Tan solo no se mantiene en mi mente. Quizás no basta, no es suficiente. Intentar explicar el miedo es un buen ejemplo. Correr en la oscuridad, no saber de qué trata el cuento. Cómo se escapa de la torre. Cómo, a través de los impávidos cruces, frenos y rosas, consigue llegar a tiempo.
En realidad, no hay cantidad alguna de razón en nosotros. Lo pensamos, pero nada más. Un pensamiento. Un trozo de ti tan efímero que te adelanta en el vuelo. En realidad, tampoco hay atisbo de cordura. Míranos. Con nuestro pelo al natural y nuestras muñecas atadas. Con un aire de algo que no llega a despegar.


Un plan que ni siquiera es de papel. ¿Por qué no está cuando se le necesita o se supone su presencia? Predestinación, algo que nunca verás tintado en uno.

martes, septiembre 13

Peace.

"To the place where i feel peace, again."

Dos yemas se encuentran. Otras dos. Y ya son ocho. Recorres la silueta, sin saber el recorrido. Encuentras la textura. Está extinguiéndose, evaporándose, desapareciendo. El vaho de su sabor se pega en tu piel. Un dientes fríos, una voz cálida. Tres cuartos de ausente despedida se pintan en las paredes. Exacto, se ha detenido. Es arena, o, en su defecto, fuego. Es pura electricidad con pinceladas de la amarga sensación de las gotas de agua. Una voz que nunca creíste recuperar. Una sensación que diste por muerta en la silla eléctrica. Delicada. Surge de la oscuridad. El tacto está en alza. Vuela la agonía de las tonalidades, vuela alto. Más allá de las expectativas. Sobrepasa el límite de existencia. Silencio devastador, extasiado por el desorden, por el caos, por la inmutabilidad vívida. No hay pinceladas incorrectas. No hay distinciones en el mapa. No hay falsos intentos. No hay error, solo temperamento. Y es tan sutil, tan expedito. Tan auténtico.

lunes, agosto 29

Attempt II.


Un pájaro se le adelantó al pisar la madera muerta de la puerta asesinada. Dos pasos más y los recuerdos vuelven a presionarle el interior de la cabeza. Danzas de polvo con nuevas corrientes de viento. Siempre cubierta con una nueva perspectiva al sentirse aprisionada por aquellas cuatro paredes. Esquinas tenebrosas, dudosas ante nuevas experiencias. Gastadas luces marcadas en techos de papel que nunca tuvieron miedo de la lluvia negra de verano. Una, dos, la tres mejor evitarla, cuatro y unas escaleras. La oscuridad no siempre es visible. Cinco. Ahí está. No te engañes. La madera no es tan pesada, la memoria engorda cuando entristece. Entonces, como si de una máquina del tiempo se tratase, desapareces y vuelves a aparecer. Mueres y vives. Como un intermitente, vuelas y aterrizas. Te derrites y te congelas.
Rosas y una botella de champán.
Te derrites otra vez. Vuelan tantas cosas que pierdes conciencia de si estás pisando el suelo.
Adiós, cordura. Bienvenida, embriaguez.
De repente, un disparo. Certero, premeditado, seco, blanco. Tal y como queda tu mente. Te derrumbas.
Despiertas con ligereza.  Bailas con elegancia en la habitación rodeada por un nubiloso olor a primavera. Inspiras, expiras. Notas el mar en la lengua, vestido de oro, te acompaña en tu danza cogido de la mano. Te lanzas al colchón sin miedo a que se evapore como solía hacer. Y pierdes la consciencia de tu vida. Ya nada importa salvo las nubes y la llama de fuego que arde en todos nosotros. La que te hizo volver, la que me hará huir.


viernes, julio 29

Conversations.

Y olvidaste contarme qué fue de ti. A dónde te llevaron tus pasos. Cómo has podido sobrevivir. Qué haces cuando el cielo es azul intenso. Qué, cuando cae lluvia fresca. Qué, cuando florecen los cerezos.
Olvidaste contarme si seguían en aire. Si se han extraviado. O si lo han hecho en balde. Si pudiste alcanzarlos. Si tocaron las nubes. Si cruzaron el charco y su papel sigue inmune.
Cuéntame qué ha sido de todos tus veranos. Cuéntame qué ha nacido de las ideas en vano. Háblame del sabor de la luna blanca. Háblame del dolor que ya no inunda tu garganta.
Trata de explicarme cuánto han cambiado las cosas. Trata de mostrarme que aún son maravillosas.


martes, junio 28

Halfaway.

Creas de una forma inverosímil un surco de posibilidades a mi alrededor que, quizás y con el tiempo, se derrita y  termine por reposar donde siempre descansan los sueños asfixiados, donde la hierva se seca, donde tu respiración crea tormenta, donde se amarillenta lo olvidado. Cuando la tormenta pasa a un nivel inaudible y se desmoronan las corrientes de calor que rodean y bailan al compás de los movimientos de las gotas de agua que desestabilizas cuando cantas y crees que la noche no avanza pero no es así, pues justo, y digo justo, en la madrugada las cortinas se tiñen del color de las amapolas a pesar de que la noche grita tras las ventanas con fuertes bramidos que quiere entrar, pero no pasa. Rápidos y ágiles movimientos que turben con facilidad y destreza los sentimientos para que a la orilla de lo que parece una playa se expanda el océano, desprovisto de aspavientos que engrasen lo inusual, y, por consiguiente, lo ultrajante, de tu comportamiento. Y, al caer el día, como de costumbre, pero no desaliento, deshilarás la maraña de ideas y sentimientos que surca tu cabeza desde dentro y me besarás para que compartamos algo que, a fin de cuentas, no abarca, no cubre, no ciñe, no comprende, no encierra el amor. Ya que es solo a medias.

Porque siempre lo hiciste, siempre lo hicimos, siempre fui y siempre fuimos. Como el vaso de agua o la antorcha de paja, como la vida de una mariposa o el rugido del alma.

viernes, junio 24

Sunset.

Atardecer. Qué poder poseéis para impactar de esa forma en mi interior. Qué tonalidad calzáis que impregnas con ella mis ojos. Qué furor guardan sus rayos que me acortan la respiración. Qué sois para hacerme sonreír de tal forma. Qué guardáis tras esas mejillas sonrojadas que creáis en mi luminiscencias extrañas. Qué queréis del mundo. Qué esperáis con tanta pasión para volver cada día a la misma hora por el mismo lugar sin decaer jamás. Es cierto que soy yo quien te disfraza de melancolía. Guarda relación mi pasado con ello. Guarda relación mis retinas con tu sonrisa. Dónde le he visto antes. Ah, ya recuerdo. Fue usted mi compañero durante aquellas largas tardes de invierno. Fue usted mi inspirador de canciones. Fue usted quien no dudó en aparecer asiduamente a nuestras quedadas en la azotea cuando el co-protagonista se ausentó por baja.


domingo, junio 12

Lights.


Volar agarrada de la mano por la imprevisión. Así vivo ahora. Me siento como una esponja que absorbe todo lo que le rodea y un girasol que se torna en busca de luz. Me siento ligera, volátil. Debo haber perdido peso. Qué centelleantes resultan las luces de neón ahora que las miro con detenimiento tras el cristal del coche. Qué desconcertantes resultan los pensamientos impávidos chocando contra las paredes de tu cabeza.
¿Acaso existen los tractores azules? Exacto. ¿Qué es eso de la esencia? No me vengas con que ya te sabes ese chiste porque jamás hemos hablado de ello. Tic tac. La verdad es que notar tales cosas en el espacio no es fácil si éste es lo suficientemente grande. Lo suficientemente grande como para que no se oiga nada.
Basta de chillidos. No digáis nada más o terminaréis por quedaros sordos. Parecen una especie de rotonda donde la razón comienza a dar vueltas y vueltas y vueltas y vueltas y vueltas, y termina por equivocarse de dirección.
Las ciudades durante la noche son increíbles. Ojalá pudieses detenerte a observalas, aunque solo fuese la tuya. Te cambian las perspectivas de la orientación. Ya sabes que los mapas que no me gustaban siempre los destrozaba.