jueves, julio 26

Debe. No es una intención, es una necesidad. La infructuosa apatía del acto parece consternar al carácter libertino que posee. Tomar. A raíz de la partida de la seguridad que no fue más que una disolución de la niebla entre las escaramuzas de un exterior ya liviano cuando la mente toma luz. Forma. La silueta difusa de la imagen apagada en los labios de la voz, no gritando sino callando; guardando no silencio, sino grito.
Debe tomar forma. He ahí el dilema de la posibilidad que concibe la personificación, el trazo de la razón.
Máscaras, máscaras.
Todo son terribles recordatorios de la pasajera sostenibilidad de la emoción. Todo es preciso y conjetura desquebrajada. Todo es un fin, un fin incondicional. La condición de la decisión que nunca se cumple, el miedo a la autonomía.
El terror de los cuadros, del tacto, de la explosión. La implacable derrota, el destrozo.
Yace en el suelo, descubre la opacidad que no se reconoce y luego nada. Siempre nada. Siempre.
Cuando la vida es desproporcionada, y cuando nuestra sensación de desesperación roza el nivel de las canciones, cuando todo es huida en el menos estricto sentido del término, cuando la vida es realmente adjetivización, cuando la melodía es un tintineo desorbitado, se vuelve tenaz la noche, la noche, que se vuelve tenaz.
¿Sabe usted qué es la noche?

lunes, mayo 28

El amor son susurros. Tan livianos que impactan. Tan frágiles que matan. Tan implícitos que encienden la vorágine del deseo como ninguna otra provocación pudiese hacer.
El amor es la incandescencia de la sangre. La tormenta de pensamientos, la irrealizable conjetura, la mirada pululante, la voz que cual partícipe de una danza extiende la mano con ademán de no sostener nada pero insinuando todo.
Y marcha, al compás de la música de las espiraciones, jugando con el viento que surca, con temor al choque, sin pudor al roce, ese roce casi inapreciable, pero, como ninguno de los lenguajes, absolutamente inefable.
El mapa de las titubeos, el desmayo de los adjetivos, la insostenible incomprensión de los acometidos, que brotan, que tronan en las pupilas que huyen de los guiños.
Pues en el guiño se halla, expuesta y sujeta a mordaces cuerdas de visión clara, la respuesta, el veredicto, la sentencia. Y qué terrible réplica, cualesquier que fuera el motivo, nunca exacto, nunca saciante, nunca a la altura de tan digno delirio. Y entonces, resquebrajando el ocaso, asesinando el anhelo, infringiendo la inefable ley, muere.
Pero sin provocar ruido.

domingo, abril 8

Cold alone — Eli Roken

Et toute, toute la nuit, toute la nuit.
"Mais, ma petite, je ne crois pas à demain".
Nous ne sommes plus rien mais des oiseaux.
Et nous pouvons déplacer rien mais les ailes.

miércoles, marzo 7


Alibi — Thirty seconds to Mars

¿Y si no sabemos lo que abarca un pensamiento propio? ¿Y si la mayoría de nuestra razón se encuentra en constante movimiento por un discernimiento que destruye todo lo que parece apaciguarse hasta desintegrarse? ¿Y si nos regimos por lo que no nos pertenece para descuidar lo que tampoco pertenecerá a nadie más que a nosotros? ¿Y si estamos solos? Pero, ¿y si la soledad yace su existencia en la lucha por la apatía? ¿Y si en el esfuerzo está el sentido, el valor, la importancia? ¿Y si la levedad de la existencia es la justificación a esto? ¿Y si en la ausencia absoluta de seguridad, más allá de toda apariencia, si en la constante repetición de todo está la explicación? ¿Y si necesitamos el caos como prueba de la verdad que buscamos, como antítesis intachable e imprescindible en la búsqueda de nuestra plenitud? ¿Y si necesitamos el caos?
Entonces, ¿qué hacemos ahora?

miércoles, febrero 8

¿Cómo vamos a sobrevivir a la existencia de la antítesis sin concebir la idea de un posible contraataque en la oscuridad de la armonía, sabiendo que, si por ella fuese, todo lo que es sería del modo que solo puede ser, de cualquiera de los modos para ser lo que no es, y tratar de evitar, así, su destrucción, la desintegración de sí misma?


"Como la más extraña de las tintas líquidas."
Exhalación constante.

domingo, enero 29

Día de fin de año.

Mi odio por las palabras me consume. Por su limitación, por su impotencia, por la ausencia de equis.
La contradicción me domina, y las palabras, lejos de ayudar a defenderme, se vuelven contra mi, en un último intento de supervivencia. Quedando lista para la destrucción.