domingo, enero 15

Me metería hasta el resquicio más profundo, aunque, quién sabe, quizás no llegará a doblar la esquina en dirección al callejón sin salida. Podría embeber, esnifar, delirar, recrudecer, corromper. Podría ser preeminencia, humo. Y luego escaparía hasta lo más puro del centro y de la corteza. Hasta donde no llegara mi nombre y mis pensamientos mermaran. Me destruiría, me consumiría. Me enajenaría en todos los posibles ámbitos que conlleve el infinitivo. Desaparecería en la más terrible incertidumbre de la claridad y en lo abstracto de la obviedad.
Volvería. Muros blancos. Todo lo que se espera en lo que no. Asumiría las posibilidades del recuerdo, pero volvería. Nulidad. No habría pedido incógnitas, no las reclamaría. "Cambio de letras en la bitácora". No tendría. Podría ser. Soportaría, sin roce, quizás, lo que supondría. Suposiciones que pulularían, al igual que las preguntas. Preguntas que, ingenuas de ellas, no tendrían respuesta.
O quizás sí. Los muros blancos siempre podrían ser pintados.

Voy a empezar aquí.

2 comentarios:

  1. Echaba de menos leerte en tu psicodelia.
    Encantado de que vuelvas.
    Siempre.

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    1. No te haces una idea de lo agradecida que me siento.

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