domingo, enero 29

Día de fin de año.

Mi odio por las palabras me consume. Por su limitación, por su impotencia, por la ausencia de equis.
La contradicción me domina, y las palabras, lejos de ayudar a defenderme, se vuelven contra mi, en un último intento de supervivencia. Quedando lista para la destrucción.


domingo, enero 15

Me metería hasta el resquicio más profundo, aunque, quién sabe, quizás no llegará a doblar la esquina en dirección al callejón sin salida. Podría embeber, esnifar, delirar, recrudecer, corromper. Podría ser preeminencia, humo. Y luego escaparía hasta lo más puro del centro y de la corteza. Hasta donde no llegara mi nombre y mis pensamientos mermaran. Me destruiría, me consumiría. Me enajenaría en todos los posibles ámbitos que conlleve el infinitivo. Desaparecería en la más terrible incertidumbre de la claridad y en lo abstracto de la obviedad.
Volvería. Muros blancos. Todo lo que se espera en lo que no. Asumiría las posibilidades del recuerdo, pero volvería. Nulidad. No habría pedido incógnitas, no las reclamaría. "Cambio de letras en la bitácora". No tendría. Podría ser. Soportaría, sin roce, quizás, lo que supondría. Suposiciones que pulularían, al igual que las preguntas. Preguntas que, ingenuas de ellas, no tendrían respuesta.
O quizás sí. Los muros blancos siempre podrían ser pintados.

Voy a empezar aquí.